dimecres, d’abril 11

CORRO

Pasan tres horas del amanecer. Corro. Mis lágrimas se mezclan con la lluvia, mis gritos con el mar. El Santa Eulàlia se tambalea bajo mis pies, y con él mi mundo. Mira hacia los lados. No distingo nada a mi alrededor. Huí al mar para olvidarme de los males de tierra, pero no sabía en qué consistía el mal. No conocía su forma, su olor. Ni tampoco me conocía a mí. No me conozco a mí. Caigo. El mástil soporta mi espalda y mi alma. Sigo sin ver nada. Oigo algo. Veo algo. Me levanto. Corro. Corro buscando cómo huir. Intento salir de allí. Corro. Me paro. ¿Qué hago? ¿Dónde voy? En este momento solo estoy seguro de una cosa: un pailebote centenario no es un buen lugar para huir.

Iloa

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada

Comenta